domingo

6 textos de Daniel Rojas Pachas (Lima/Arica)


"Servicio al Consumidor 600 600 8000"



"Todo lo que conforma mi experiencia inmediata
apoya mi creencia profunda en el hecho de que yo soy el centro absoluto del universo, la persona más real, nítida e importante que existe"
David Foster Wallace


Encerrado.

En esta ciudad
sin poder dormir.
Perplejo
por las tareas ordinarias:
comprar en walmart utensilios de cocina
y víveres.

Recorrer esas inmensas calles
tiendas de retail y concesionarios de Porsche/
Cadillac y Jaguar
camino al depa rentado.

En casa,
tu hija arma un barco vikingo con sus lego.
La ausencia de muebles, el frío al que no estás acostumbrado.
La lluvia.
La lluvia
siempre está lloviendo / el maestro arregla el patio
y las tuberías,
te indica cuales son las llaves de la puerta principal.
La mampara te separa de un jardín que te aterra.
Comenta por error que hace unas semanas entraron a robar dos casas más allá
mientras explica cómo tener agua caliente en la ducha.
Situaciones que ponen en crisis la imagen que te has construido
que has dejado otros adulen.

Mi único compañero
un viejo notebook que te permite ver series,
conversar con viejos amigos por saturadas líneas de chat y recordar.
La verdad
dudas si fueron alguna vez tus amigos, son contactos.
Gente con la que ocasionalmente bebiste de más
y compartiste algún momento calificándolo de épico
por ser una locura adolescente a destiempo.
Odias ese adjetivo: épico y cómo lo usan los pendejos youtubers  y esos jugadores de wow y lol.

Leer a tus autores preferidos.
Qué  importancia tiene ahora
deberías dejar de pensar que estás experiencias significan algo para alguien allá afuera.
Nunca serás la voz de una generación y
te prometiste frente al espejo
abandonar la primera persona, el uso de tu vida para escribir un poema o lo que fuera.

Esa pequeña luz invade el silencio y la paz del cuarto en que duermen tu esposa e hija.
Las observas cada diez minutos,
te cercioras que estén respirando y ves las sombras colarse.
Falta mucho para que amanezca.

Las siluetas amenazan a las mujeres que amas / más que a tu propio reflejo
porque eso eres
un espejismo
como esos miedos
como esas figuras recortadas que transitan la avenida en que desemboca
tu pequeña casa de condominio.
Y vuelven
regresan los temores de niñez.
     - Que te dejaran abandonado en el colegio
     - Que algún extraño intentara colarse a tu casa por alguna ventana abierta
      - Eres adoptado te decían tus hermanos mayores, los papas no te quieren en verdad.

Aún hoy
no puedes pegar un ojo si es que una cortina no te separa del mundo
o revisaste cinco veces el seguro de las puertas.
Cómo sobrevivir entonces
si la persiana la instalaron mal, si el departamento lo entregaron antes de tiempo
y todo cruje,
el patio es un baldío lleno de herramientas / una invitación a pensar en el fracaso.

Falta mucho para que amanezca
te aferras a un vaso plástico  por el cuál hiciste una cola de cinco personas
y recibiste  el -tenga un buen día- de la cajera
su voz cargada de tedio
es como un saludo de la muerte.

El vaso beige con marcas de café
tiene en la base una etiqueta
con un número de servicio al cliente.
600 600 8000

¿Cuál es el número de la policía en este país?
No tienes un chip para tu celular en este país
tu teléfono es una mera decoración.
Un aparato recargado con juegos y aplicaciones.
Escuchas golpes en la puerta.
ruido de pasos que vienen del patio.
Herramientas que caen y hacen tronar el suelo de cemento.
Torpes
como esos zombies de minecraft que se azotan contra la madera.
Miras a tu esposa, ella toma a tu hija y le preguntas susurrando
¿Qué fue eso, lo escuchaste?




Pendejos todos


El nuevo depa llegó como una nave de rescate
-tiene refrigerador y lavadora pensamos-
cuesta la mitad de lo que un arriendo en Chile /
hay que tomarlo.

El refrigerador luce abarrotado por las compras del mes
gracias a la beca atrasada.
Hiede a algún tipo de ají
y tú
envuelto en una manta, bebes complacido un café a sorbos
repasando artículos académicos sobre Bordieu y Adorno
un cliché universitario
el típico becario estúpido.
Este país aún no muestra la violencia de la cual es capaz
por qué habría de hacerlo
no sales de las cuatro cuadras que trazan la simetría de la rutina
de tu casa a la casa de estudios
López Mateo y Alonso de Torres, un radio seguro
en la esquina hay un Starbucks y unos metros más allá
Sears y Walmart
si les contarás la cantidad de hipsters que has visto desde que llegamos
si les contarás de la cantidad de autos de lujo que casi nos han atropellado
el frío te despierta, es la falta de costumbre a la lluvia
En la calle opuesta
como una invitación a dejar de lado todas las pendejadas
un gran descampado
hectáreas de árboles, un bosque seco de ramas y cosas muertas
y allí junto al OXXO
esperando ¿qué?
una inmensa hilera de taxistas que nunca abandonan su puesto
solo comen tacos, ríen, miran pasar a las chicas, gritan día y noche y nunca se mueven de ese lugar
hace una semana
al pasar rumbo a clases,
viste un sostén y unos zapatos de taco tirados entre los matorrales
sólo miraste hacia el Starbucks y preferiste abandonar la escena
llevabas bajo el brazo libros de teoría literaria y estética
la imagen, era una bofetada
el sitio del que todos te advirtieron
una invitación a dejar la soñada coherencia,
llegas a tu depa y escuchas al vecino gritarle a su mujer
-ya vez como siempre apendejas todo-




Todo principio es un precipicio.


Trazar movimientos.
Escoger armas.
Con inocente pretensión
se suplanta toda épica
-agenda en blanco-
el correcto doblez de la muñeca
un músculo en éxtasis
y la distancia precisa
entre el objeto
ante el mecanismo destinado al simulacro.

Todos los mapas mienten al fijar la emoción
como una navaja
condenada a untar la mantequilla
la mentira comparte la misma marca
que ella en su rostro.

Para muchos
-la tarea- se resume
en apilar cuerpos sobre la repisa.

Así como el que corta el poema
y decide
cuándo corren las prensas
el sujeto ensaya  viejas estrategias de sumirse ante el fuego y la katana.
Al igual que la señora
barriendo los trasnochados pasajes...
algo de vida resta
en la resaca de polvo y plástico.

Repetir el doblez de un músculo
es pretender la historia.
Simular una ficción 
tan solo esconde la escritura bajo la materia.




Acta de destrucción



Reconocer en aduanas
bajo el teclear de funcionarios y las voces en contrabando
cómo
el agua de un vaso que tiembla
signa la inminencia de los monstruos de niñez.

Ella
enseña a su hermano
cómo leer
usando carteles de retail y cola.
Una tía arranca hojas de tareas
mal hechas
para arrojarlas al mismo papelero de la burocracia.

Podría recitar
cual lector de mecanismos a prueba
las ecuaciones que tiene el viejo por venganza,
-los salmos de guerra -
y las estructuras de buses.

Planos del subsuelo condenados al olvido,
cual apatía colgando de orejas,
nuestro olvido y apatía son patrones de vuelo
-mapas invisibles en las dunas-
la agenda en blanco, la carne sin infierno
y el ecosistema de frases a medio acabar
-ella, la tía, el fiscal y los aduaneros- en diálogo con el desierto.
Hoscos patrones de tarjeta migratoria,
el examen de ingreso a la escuela, el proemio y los epílogos
-caligrafía en las nubes- trazada a dedo.

Bajo el teclear de un alfabeto oculto,
el secreto lenguaje prescribe la extinción de una especie.
El texto
es otra reiteración del error.




...vengada a dientes



Escribimos para perpetuar el miedo
vengar silencios
a los que jamás hubo acceso.

Como el hombre ante los guardianes de la ley
nos sacrificaron en favor de la historia y su margen.
Heredades de una lengua, mutismos del ADN
-en la puerta del horno se quema el pan- dice Vallejo
y Lucho Hernández
quizá hubiese sido un viejo che su mare,
viviendo al final de mi pasaje.
Pobres palpitaciones.
La nostalgia tras aprender a memorizar la tabla del nueve,
tristes noches de televisión por cable
¿a dónde fueron a parar
todos esos rostros? / voces que nunca quisiste conocer en aquellos años universitarios
¿a dónde fueron a parar?
esas series de sábado a las seis de la tarde.
El obrero baila al compás de los ramones, desubicado,
pues no es la música que acostumbra.
Violentar la fuente de soda con ciertas estridencias
como un poema
lleno de rimas caducas
y una cadencia deplorable.

¿Es gratuito su llanto?
¿Por qué buscar la enfermedad en un cuerpo que pide a gritos ser amado?
Son las delicadezas tras una sopa fría
y el recuerdo doloroso de una madre
trabajando junto a su vieja radio
hasta que claree.
Tanta humanidad sacrificada en pos de unas imágenes.



Su sociedad es secreta en lo que toca a mi familia


Escribimos
para vengar el cuerpo y la materia
unidos
en la fosa irreparabilísima del tiempo.
Nos prometimos
cobijados por algo similar al amor materno
jamás volver a escribir en primera persona
a riesgo de
traicionar la realidad
y hacer superficial los eufemismos.
Cuán sencillo es abrazar
un relato fallido
y
dejarnos
cautivar
por el silencio de nuestras muertes en bandeja,
a ojos del público -sin tregua-
sin ese guión

que nos fascinaba y pretendimos a tientas.




Poemas inéditos de Continua estación del flagelo
 de Daniel Rojas Pachas



Daniel Rojas Pachas (Lima-Arica, 1983)
Escritor y Editor. Actualmente reside en México dedicado plenamente a la escritura y a cargo de la dirección del sello editorial Cinosargo. Ha publicado los poemarios Gramma, Carne, Soma y Cristo Barroco, y las novelas Tremor y Random. Sus textos están incluidos en varias antologías –textuales y virtuales– de poesía, ensayo y narrativa Chilena y latinoamericana. Más información en su weblog www.danielrojaspachas.blogspot.com