"Servicio al Consumidor 600 600 8000"
"Todo lo que conforma mi experiencia
inmediata
apoya mi creencia profunda en el hecho de que yo
soy el centro absoluto del universo, la persona más real, nítida e importante
que existe"
David Foster
Wallace
Encerrado.
En
esta ciudad
sin
poder dormir.
Perplejo
por
las tareas ordinarias:
comprar
en walmart utensilios de cocina
y
víveres.
Recorrer
esas inmensas calles
tiendas
de retail y concesionarios de Porsche/
Cadillac
y Jaguar
camino
al depa rentado.
En
casa,
tu
hija arma un barco vikingo con sus lego.
La
ausencia de muebles, el frío al que no estás acostumbrado.
La
lluvia.
La
lluvia
siempre
está lloviendo / el maestro arregla el patio
y
las tuberías,
te
indica cuales son las llaves de la puerta principal.
La
mampara te separa de un jardín que te aterra.
Comenta
por error que hace unas semanas entraron a robar dos casas más allá
mientras
explica cómo tener agua caliente en la ducha.
Situaciones
que ponen en crisis la imagen que te has construido
que
has dejado otros adulen.
Mi
único compañero
un
viejo notebook que te permite ver series,
conversar
con viejos amigos por saturadas líneas de chat y recordar.
La
verdad
dudas
si fueron alguna vez tus amigos, son contactos.
Gente
con la que ocasionalmente bebiste de más
y
compartiste algún momento calificándolo de épico
por
ser una locura adolescente a destiempo.
Odias
ese adjetivo: épico y cómo lo usan los pendejos youtubers y esos jugadores de wow y lol.
Leer
a tus autores preferidos.
Qué importancia tiene ahora
deberías
dejar de pensar que estás experiencias significan algo para alguien allá
afuera.
Nunca
serás la voz de una generación y
te
prometiste frente al espejo
abandonar
la primera persona, el uso de tu vida para escribir un poema o lo que fuera.
Esa
pequeña luz invade el silencio y la paz del cuarto en que duermen tu esposa e
hija.
Las
observas cada diez minutos,
te
cercioras que estén respirando y ves las sombras colarse.
Falta
mucho para que amanezca.
Las
siluetas amenazan a las mujeres que amas / más que a tu propio reflejo
porque
eso eres
un
espejismo
como
esos miedos
como
esas figuras recortadas que transitan la avenida en que desemboca
tu
pequeña casa de condominio.
Y
vuelven
regresan
los temores de niñez.
- Que te dejaran abandonado en el colegio
- Que algún extraño intentara colarse a tu
casa por alguna ventana abierta
- Eres adoptado te decían tus hermanos
mayores, los papas no te quieren en verdad.
Aún
hoy
no
puedes pegar un ojo si es que una cortina no te separa del mundo
o
revisaste cinco veces el seguro de las puertas.
Cómo
sobrevivir entonces
si
la persiana la instalaron mal, si el departamento lo entregaron antes de tiempo
y
todo cruje,
el
patio es un baldío lleno de herramientas / una invitación a pensar en el
fracaso.
Falta
mucho para que amanezca
te
aferras a un vaso plástico por el cuál
hiciste una cola de cinco personas
y
recibiste el -tenga un buen día- de la cajera
su
voz cargada de tedio
es
como un saludo de la muerte.
El
vaso beige con marcas de café
tiene
en la base una etiqueta
con
un número de servicio al cliente.
600
600 8000
¿Cuál
es el número de la policía en este país?
No
tienes un chip para tu celular en este país
tu
teléfono es una mera decoración.
Un
aparato recargado con juegos y aplicaciones.
Escuchas
golpes en la puerta.
ruido
de pasos que vienen del patio.
Herramientas
que caen y hacen tronar el suelo de cemento.
Torpes
como
esos zombies de minecraft que se azotan contra la madera.
Miras
a tu esposa, ella toma a tu hija y le preguntas susurrando
¿Qué
fue eso, lo escuchaste?
Pendejos todos
El
nuevo depa llegó como una nave de rescate
-tiene
refrigerador y lavadora pensamos-
cuesta
la mitad de lo que un arriendo en Chile /
hay
que tomarlo.
El
refrigerador luce abarrotado por las compras del mes
gracias
a la beca atrasada.
Hiede
a algún tipo de ají
y
tú
envuelto
en una manta, bebes complacido un café a sorbos
repasando
artículos académicos sobre Bordieu y Adorno
un
cliché universitario
el
típico becario estúpido.
Este
país aún no muestra la violencia de la cual es capaz
por
qué habría de hacerlo
no
sales de las cuatro cuadras que trazan la simetría de la rutina
de
tu casa a la casa de estudios
López
Mateo y Alonso de Torres, un radio seguro
en
la esquina hay un Starbucks y unos metros más allá
Sears
y Walmart
si
les contarás la cantidad de hipsters que has visto desde que llegamos
si
les contarás de la cantidad de autos de lujo que casi nos han atropellado
el
frío te despierta, es la falta de costumbre a la lluvia
En
la calle opuesta
como
una invitación a dejar de lado todas las pendejadas
un
gran descampado
hectáreas
de árboles, un bosque seco de ramas y cosas muertas
y
allí junto al OXXO
esperando
¿qué?
una
inmensa hilera de taxistas que nunca abandonan su puesto
solo
comen tacos, ríen, miran pasar a las chicas, gritan día y noche y nunca se
mueven de ese lugar
hace
una semana
al
pasar rumbo a clases,
viste
un sostén y unos zapatos de taco tirados entre los matorrales
sólo
miraste hacia el Starbucks y preferiste abandonar la escena
llevabas
bajo el brazo libros de teoría literaria y estética
la
imagen, era una bofetada
el
sitio del que todos te advirtieron
una
invitación a dejar la soñada coherencia,
llegas
a tu depa y escuchas al vecino gritarle a su mujer
-ya
vez como siempre apendejas todo-
Todo principio es un precipicio.
Trazar
movimientos.
Escoger
armas.
Con
inocente pretensión
se
suplanta toda épica
-agenda
en blanco-
el
correcto doblez de la muñeca
un
músculo en éxtasis
y
la distancia precisa
entre
el objeto
ante
el mecanismo destinado al simulacro.
Todos
los mapas mienten al fijar la emoción
como
una navaja
condenada
a untar la mantequilla
la
mentira comparte la misma marca
que
ella en su rostro.
Para
muchos
-la
tarea- se resume
en
apilar cuerpos sobre la repisa.
Así
como el que corta el poema
y
decide
cuándo
corren las prensas
el
sujeto ensaya viejas estrategias de
sumirse ante el fuego y la katana.
Al
igual que la señora
barriendo
los trasnochados pasajes...
algo
de vida resta
en
la resaca de polvo y plástico.
Repetir
el doblez de un músculo
es
pretender la historia.
Simular
una ficción
tan
solo esconde la escritura bajo la materia.
Acta de destrucción
Reconocer
en aduanas
bajo
el teclear de funcionarios y las voces en contrabando
cómo
el
agua de un vaso que tiembla
signa
la inminencia de los monstruos de niñez.
Ella
enseña
a su hermano
cómo
leer
usando
carteles de retail y cola.
Una
tía arranca hojas de tareas
mal
hechas
para
arrojarlas al mismo papelero de la burocracia.
Podría
recitar
cual
lector de mecanismos a prueba
las
ecuaciones que tiene el viejo por venganza,
-los
salmos de guerra -
y
las estructuras de buses.
Planos
del subsuelo condenados al olvido,
cual
apatía colgando de orejas,
nuestro
olvido y apatía son patrones de vuelo
-mapas
invisibles en las dunas-
la
agenda en blanco, la carne sin infierno
y
el ecosistema de frases a medio acabar
-ella,
la tía, el fiscal y los aduaneros- en diálogo con el desierto.
Hoscos
patrones de tarjeta migratoria,
el
examen de ingreso a la escuela, el proemio y los epílogos
-caligrafía
en las nubes- trazada a dedo.
Bajo
el teclear de un alfabeto oculto,
el
secreto lenguaje prescribe la extinción de una especie.
El
texto
es
otra reiteración del error.
...vengada a dientes
Escribimos
para perpetuar el miedo
vengar
silencios
a
los que jamás hubo acceso.
Como
el hombre ante los guardianes de la ley
nos
sacrificaron en favor de la historia y su margen.
Heredades
de una lengua, mutismos del ADN
-en
la puerta del horno se quema el pan- dice Vallejo
y
Lucho Hernández
quizá
hubiese sido un viejo che su mare,
viviendo
al final de mi pasaje.
Pobres
palpitaciones.
La
nostalgia tras aprender a memorizar la tabla del nueve,
tristes
noches de televisión por cable
¿a
dónde fueron a parar
todos
esos rostros? / voces que nunca quisiste conocer en aquellos años
universitarios
¿a
dónde fueron a parar?
esas
series de sábado a las seis de la tarde.
El
obrero baila al compás de los ramones, desubicado,
pues
no es la música que acostumbra.
Violentar
la fuente de soda con ciertas estridencias
como
un poema
lleno
de rimas caducas
y
una cadencia deplorable.
¿Es
gratuito su llanto?
¿Por
qué buscar la enfermedad en un cuerpo que pide a gritos ser amado?
Son
las delicadezas tras una sopa fría
y
el recuerdo doloroso de una madre
trabajando
junto a su vieja radio
hasta
que claree.
Tanta
humanidad sacrificada en pos de unas imágenes.
Su sociedad es secreta en lo que toca a mi familia
Escribimos
para
vengar el cuerpo y la materia
unidos
en
la fosa irreparabilísima del tiempo.
Nos
prometimos
cobijados
por algo similar al amor materno
jamás
volver a escribir en primera persona
a
riesgo de
traicionar
la realidad
y
hacer superficial los eufemismos.
Cuán
sencillo es abrazar
un
relato fallido
y
dejarnos
cautivar
por
el silencio de nuestras muertes en bandeja,
a
ojos del público -sin tregua-
sin
ese guión
que
nos fascinaba y pretendimos a tientas.
Poemas
inéditos de Continua estación del flagelo
de Daniel Rojas Pachas
Daniel
Rojas Pachas (Lima-Arica, 1983)
Escritor y Editor. Actualmente
reside en México dedicado plenamente a la escritura y a cargo de la dirección
del sello editorial Cinosargo. Ha publicado los poemarios Gramma, Carne, Soma y
Cristo Barroco, y las novelas Tremor y Random. Sus textos están
incluidos en varias antologías –textuales y virtuales– de poesía, ensayo y
narrativa Chilena y latinoamericana. Más información en su weblog www.danielrojaspachas.blogspot.com