domingo

El Estereoscopio 500, de Rodolfo Ybarra


Rodolfo Ybarra es uno de los autores más  sólidos e interesantes de su generación. 
Ha logrado publicar casi una veintena de libros. Últimamente reconocido más como narrador, Ybarra es sin duda alguna poeta. Pero sobre todo, es un máquina salvaje de escribir.

Viaje a la locura, recopilación de naufragios, acumulación de espejos. El Estereoscopio 500 es todo eso y más. El libro apareció en el 2010 bajo el sello El Lamparero Alucinado Ediciones. Aquí un par de textos.





CUARTO DE MÁQUINAS EJE DE LEVAS ELÉCTRICO


Cerco eléctrico para el amarrado a sus polos, el que irá saltando de recuadro a recuadro con dirección al occipucio. La red de conducción elevará el voltaje cada vez que el sujeto (crónico ido) quiera desligarse de sus fusibles. De ninguna manera es posible el perdón para alguien tan incoherente como la Corriente Alterna, no hay norte ni sur, solo continuo intercambio, el eje de levas tendrá que aprovechar este tiempo de crisis y explosión térmica para complementar su revolución (de revolver). En cuanto a los balbuceos o refunfuñamientos que emite el aparato fonador,  simplemente no hay que tomarlo en cuenta porque en definitiva son vestigios de algo tan natural como el electroshock cuya práctica está todavía en vigencia y muy a la mano, sobre todo cuando enchufamos algún aparato electrodoméstico y no reparamos en el cable pelado que nos ha de conducir a las siguiente páginas que no son de creación artística, sino sufrimiento y desorbitación continua, chispazo y voladura de plomos, en suma, confusión del ego crónico y/o cronicante.
(pag. 140)




DIEZYTRES

Revelada la palabra tendrá que cogerse a los dedos-alas,
a la mano-pluma, al brazo-ancla y tratar de entregar
lo que le fue dado, lo que dijo el no dicho, el que parasitó
el cuerpo insurrecto. Así la palabra-lupus irá carcomiendo la carne del elegido. Irá moldeando el cuerpo de la vergüenza. Poco a poco como un grifo malogrado inundará los vacíos insondables.
de la existencia. ¿Cómo es que la forma de nuestra sombra
con las alas extendidas? ¿Cómo se existe en una cárcel de vidrio
con dos grilletes de carne? ¿Cómo es el cómo del ser mutilado,
herido y arrojado a los contenedores del silencio? Solo nos queda:
batallar cuando ni siquiera hay fuerza para expulsar una palabra
(¿lupus?) Batallar contra los molinos de viento. Batallar
contra el propio cuerpo. Batallar contra el batallar diario, 
y el cuentagotas de los días que no calmará la fiebre, ni la angustia,
ni esta pesadumbre que pesa más de lo debido.


(pag. 397)