domingo

5 poemas de Diego Mora (Costa Rica)




Espacio 6-A


Soy una Volkswagen Combi ’72.
Si se imaginaran mis viajes y anécdotas
añorarían una puerta corrediza como la mía.
Adquirí cierta fama
cuando unos jipis
me pintaron flores
y conocí toda la costa caribeña centroamericana.
En la ciudad
se la pasaban pegados todo el tiempo
y más de una vez
sus compas me ayudaron a salir
de fiestas y resacas
hasta algún tallercito
para reparaciones de urgencia.
Luego los jipis
se hicieron yupis
y pasé a manos de coleccionistas,
luego agentes de ventas
y dueños menos aventureros.
Finalmente conocí a los chiquillos.
Gracias a ellos salí del clóset.
Todos los fines de semana
vamos a La Avispa
y Bochinche
con sus amigos
que saben usar tan bien
mi parte de atrás.
Lo único que lamento
es no haberme protegido.
Ahora tengo una fuga de líquidos
por exceso de kilometraje.
Dicen que ya no hay repuestos para mí,
pero no me puedo quejar.
Mi puerta corrediza
sigue bien lubricada,
dispuesta a montar
a cualquiera
que se apunte
a un buen ride.




Calle 151, 8 am 

Soy un Mercedes Benz Axor 2540
y huelo a mierda.
Sí, soy un camión de basura,
¡y qué!
Me criaron para llevarme sus cochinadas.
Con el tiempo uno se acostumbra al olor,
a los pitazos y madreadas.
A los zaguates que me persiguen
incansables
en cada barrio.
A las calles sin salida,
a las doñas en bata.
Luego compacto sus bolsas
y chorreo un caldo concentrado
con sus desechos.
Me encantan las jachas que ponen.
En el vertedero
los zopilotes y buzos
se pelean su cantonés,
su pan mohoso, las botellas, latas
y sombrillas del año pasado.
Siempre quiero más
y ustedes son complacientes.
Esto de la mierda es adictivo.




Taller mecánico Chito's


Soy un taxi con síndrome de estrés post-traumático.
Este local se ha vuelto mi hogar
desde hace varias semanas.
Tengo mucho frío,
me duele la transmisión
y los frenos.
De todas formas
ya no quiero volver a la calle.
Tengo pesadillas con lo ocurrido.
Cada  noche se me parte el alma y la carrocería.
Cada noche revivo el terror,
doy cinco vueltas en el aire
y cinco más en suelo.
Todas las noches
me convierto nuevamente en metal corrugado,
en una alfombra de vidrio
y sangre en la pista.
No puedo borrar
el rostro desfigurado del chofer
ni sus piernas separadas del cuerpo.
Se me hace imposible mantenerme en pie.
Si alguna vez salgo de este taller mecánico,
juro que me dedicaré a perifonear
o a vender huevos.




A handshake of carbon monoxide with no alarms and no surprises

(Thom Yorke)


Nuestro amor terminó en accidente de tránsito
como un ladrón asesinado por la espalda.
No fue huracán ni terremoto.
Más parecía un campo de batalla
después de la batalla.
Nuestro amor cayó en desgracia
como una bacteria en el cerebro.
Niño estrábico
hallado al día siguiente
en pedazos.
Nuestro amor amaneció muerto
como una bala perdida
en la sien de un día cualquiera.
Así nomás. Sin dar aviso. Sin preludios.
Desobediente. Hecho témpano.
Sin misericordia ni tiempo para la conmoción.
Como un accidente de tránsito
sin explicación ni sobrevivientes.




Piensa que tal vez mañana yo ya estaré lejos

(Consuelo Velásquez)


No te voy a dedicar ni un sólo poema.
Los antecedentes no son halagadores.
Así que tranquila.
Lo que pase entre nosotros
quedará en el anonimato.



 Los textos pertenecen a Monóxido de carbono (Hanan Harawi Editores, 2015)


Diego Mora
(Vásquez de Coronado, Centroamérica, 1983)
Escritor, docente e investigador. Doctorando en Estudios Culturales Latinoamericanos en la Universidad de Cincinnati. Maestría en Literatura Latinoamericana por la Universidad Estatal de
Nuevo México y Licenciado en Psicología por la Universidad de Costa Rica.
Ha publicado: Tótem Suburbano, San José, 2006. Estación Tropical, Guatemala, 2010; Educación con Medios (académico), Berlín, 2011; facebookatura, ebook, Amazon, 2012; Las meseras del Park Ave Cafe, México DF, 2013; Peter Pan 220, Quito, 2014; y muchas cartoneras. Se pueden encontrar trabajos suyos desparramados por las paredes con el tag orgasmoeterno.

Web: luisdiegmora.wix.com/orgasmoeterno.

martes

3 poemas de Berta García Faet (España, 1988)


DAÑO Nº 18



Creer que estás embarazada

Querer sexo (querer que quieran sexo
contigo) pero pasar el viernes sola

Ponerte en el pellejo de la hermana de Celan
que nunca apareció

Ver llorar a un anciano
que ha visto un reportaje en la televisión pública
sobre el abandono de ancianos; su triste párpado de repente
chasquea

Ir al ginecólogo y decir
creo que estoy embarazada

Desmayarte de nervios y dolor; el doctor te hipnotiza
con su insulto feroz: “no sé por qué, querida,
te duele tanto este dilatador: es
para vírgenes”      

Decirle a tu madre
he ido al ginecólogo
porque creía que estaba embarazada

Ah, ¿ya mantenéis relaciones sexuales completas?
Y sin precauciones, estoy decepcionada

Ver que tu madre está decepcionada, tu
madre está
decepcionada

Ponerte en el pellejo de Celan
que jamás encontró a su hermana
imaginaria

Ponerte en el pellejo de Gisèle porque
Celan intentó estrangularla porque
jamás encontró a su hermana
imaginaria

Querer gustarle pero él te dice
si quieres vamos a mi cuarto o a tu cuarto

Lleváis apenas 10 minutos
con los besos no te fías
de él

Querer sexo pero no fiarse

Ah, ¿pero querías algo auténtico?
Y sin precauciones, estoy decepcionado

Me dijiste que tenías el corazón atado
al tobillo

Lo siento lo solté un momento me dormí
y se me escapó

Es un desobediente

Muy mal muy mal pídele perdón al chico

Perdón

chico

La edad de merecer (La Bella Varsovia, 2015)



poema sobre mirar el cielo de noche y pensar muchas cosas



yo que opino que la hipermetropía es una manera legítima de existir y que intento ser buena persona y que estudio mucho ética y metaética y yo que lloro mucho con david hume y con los galgos maltratados y con los viejos maltratados y con la contaminación de las heces de las gallinas y sus obscenas celdas del tamaño de un folio A-4 y sus viscosas fiebres del tamaño de un subcontinente y yo que creo en los tirabuzones de los páramos y yo que ignoro todo y que me pregunto qué hacer con el mundo y su cabello cardado y reseco y cómo tocar sus huesos arcaicos y su praxis y el humo de su belleza impenetrable y yo que siempre siento la presencia de un muro fratricida del sabor umami de la leche cuando quiero verter una palabra amable y desaliñada en la gorra entreabierta del mendigo y yo que sé bastante del amor y que lucho aunque con sueño o con sueños excesivos a favor de la pandemia global de perdón y de esperanza y de cursilería que arrase el planeta tierra tal y como lo desconocemos de una vez por todas y yo que sueño excesivamente sueños de carácter excesivamente erótico y a veces perverso y abrupto y que nunca le perdonaré a mi especie auschwitz el dinero el niño muerto y yo que olvido mucho y que propongo encender una vela con todos vosotros juntos para recordar todos nuestros olvidos y yo que hurgo en la ranura del logos y no encuentro nada y yo que tengo un progenitor A y un progenitor B y un hermano y una hermana y yo que aun así ignoro todo de la muerte y me pregunto qué cantar cuando anochece y qué cantar que no insulte al famélico o al translúcido o a la mujer bajo las piedras del odio y yo que tirito con virginal desasosiego en el instante crítico de tener que elegir color favorito yo me río un poco con envidia, un poco con amargura, sí, un poco con resentimiento, me río de la seguridad ontológica del hombre medieval, sus ojos tranquilos, enternecedores

La edad de merecer (La Bella Varsovia, 2015)

CUESTIONARIO PRE-MATRIMONIAL




¿Nos vamos a vivir a un falansterio?
¿Has perdido mucho el tiempo?
¿Escribir libros tristes es adaptativo?

¿No hay cuerpo que no sea, a largo plazo, música?
¿Te drogas? ¿Crees en algo? ¿Eres salvaje? ¿Eres anarquista?
¿Teísmo, flechas, ritos, pasos?
¿Estrías, ascuas, teína, ateísmo?

¿Has resbalado por el páramo con una décima de fiebre?
¿Ríes a carcajadas por el páramo con una décima de fiebre?

¿Escuchas el silencio histriónico de la palabra harpa?
¿Escuchas el silencio histriónico de todas las palabras?
¿Escuchas el silencio histriónico del imperativo abrázame y,
verbalizándolo, me abrazas?

¿Plagian, pero mal, las palabras a los grajos?
¿Los textos de los cuervos? ¿Los cloqueos-contraseña?
¿Y el vapor, y el pespunte? ¿La diástole, el párpado?

¿Es una herida fresca?
¿Tienes mucho calor?
¿Nihilismo o pétalo?
¿Nihilismo o pétalo?

Inédito


Berta García Faet (Valencia, España, 1988)
Es autora de los libros Los salmos fosforitos (La Bella Varsovia, 2017), La edad de merecer (La Bella Varsovia, 2015), Fresa y herida (Premio Nacional de Poesía “Antonio González de Lama” 2010; Diputación de León, 2011), Introducción a todo (IV Premio de Poesía Joven “Pablo García Baena”; La Bella Varsovia, 2011), Night club para alumnas aplicadas (VII Premio Nacional de Poesía “Ciega de Manzanares”; Vitruvio, 2009) y Manojo de abominaciones (XVI Premio de Poesía “Ana de Valle”; Ayuntamiento de Avilés, 2008).



domingo

Texto de Robert Baca (Arequipa, 1986)


La Marianne o hacia una cartografía de los eventos
PARTE II
La caja negra de la nave nodriza se ha televisado.  ►  los espectadores atan a la estratósfera las imágenes de una ciudad que cuelga en forma de cordeladas desde esta proa que asciende a la inútil búsqueda de Dios. En cada una de estas iconografías, el miedo aparece como agujero o fractura; en cada habitáculo, el espectador ha ido reteniendo la tragedia de un día sencillo y su fineza de la memoria al viento como olvidando que  antes de nuestra llegada, alguien había ya santificado la tierra.  

A las víctimas de la tragedia del puente Grau, Arequipa, 14 de agosto del 1996.

1996. Dos astros no pueden brillar bajo un mismo éter. Solo queda continuar con el nudo plegado a tu gorro frigio, Marianne, parchar el continente de unas manos invisibles al plumaje de las parihuanas: sueño húmedo de Libertador, un acto digno de convivencia: enjuagarle los párpados a la virgen en el río donde mearon algunos demonios uniformados de sierpes. Verter sobre l’estanque puro de tu cráneo la sumatoria de todas leyes rechazadas por el planeta moderno, ese límite imaginario entre una espada buscando ciega algún pecho y el pulmón que empujó con su aire la brasa hasta dar rienda suelta al fuego saccro para alumbrar el mito; atravesar el tiempo con la comunión de las pieles como si un rayo electromagnético anticipara toda implosión ovárica en un par de ojos que se miran con deseo, ofrendar al devenir este mi corazón palpitante, de segundo astro que se extinguió por no habitar bajo volcanes y la misma constelación violeta. 1996. Puente Grau, el rayo que iluminó el 14 de agosto cayó al piso, abriendo una fisura en la memoria como en los adoquines. ¿Cómo se configura el horror de cualquier historia que nos penetra con su aliento a llanta quemada, Marianne? El recuerdo es un chispazo electromagnético de los antepasados en la retinas de los hijos que jamás vendrán, nosotros, la repentina fuga de Dios por los poros de la carne. 1996. La trágica belleza de la sinapsis, 35 cuerpos evaporándose en comunión hacia el pasado, antes que el Corso abriera sus piernas para el recibimiento del día. 1996. El verdadero hijo de Adán y el bastardo narran su futura emancipación desde la fraternité izada a media asta: esta igualdad que no llegará nunca, salvo con la belleza de decenas de cuerpos hermanados por el voltaje.
De Cartografía de lo invisible, fragmento.

Robert Baca (Arequipa, 1986)
Egresado de  la  escuela de Literatura y  Lingüística de la Universidad  Nacional de   San Agustín  (UNSA), ha publicado  los libros   de poesía    Ideograma (2006) y Poemaoffroad  (2010).  Es  miembro  del grupo editorial Dragostea. Luego de realizar un postgrado en Estudios Hispanoamericanos en la Universidad  Sorbonne-Nouvelle (Paris, Francia), cursa actualmente el master en Artes y Lenguajes de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales (EHESS).