HABITACIÓN DE CEREMONIAS
Una lectura de "discursos interiores. TEORÍAS SOBRE EL ROMANTICISMO", de Ana Mónica Vílchez
Es bien
sabido que la
lectura de un
poema consiste en
realizar un proceso
de identificación con la voz que lo enuncia. Este
diálogo se da no solamente con la voz o con el otro,
el autor, sino
también con el
tema que se poetiza. Ana
Mónica Vílchez (Lima, 1980) ha escrito un libro
esencialmente lírico: discursos
interiores. TEORÍAS SOBRE EL ROMANTICISMO (Hanan Harawi
Editores, 50 pp., 2015), un poemario donde lo que en narrativa
se ha dado en llamar fanfiction, Ana Mónica Vílchez parece haber trasladado a
la poesía mediante una especie o aproximación de poemas tuneados o a través de una reescritura/homenaje que
tiende a conectarse con las tradiciones de Blanca Varela, Jorge
Eduardo Eielson o la de Luchito Hernández. Sea como sea, la confluencia de esas
tradiciones y esos elementos ha logrado
que el poema logre su propósito: decir la poesía, el
verso cincelado, acabado. Así, el poema, mediante sus imágenes, impacta en la lectura, y, esa identificación de la que habláramos al inicio,
pareciera darse mediante una táctica para que el poema atraviese o parta en dos a quien pueda leerlo. Y lo
consigue, irremediablemente.
Por otro lado, el lector atento
se dará cuenta de que esta ópera prima de Ana Mónica Vílchez, en realidad no lo
es. Pero no lo es en el sentido de
la gran
calidad de los poemas, aunque
cuantitativamente sí lo
sea. Sorprenden poemas
como ESTACIÓN DE MADRUGADA
o THELMA O
LOUISE BUSCANDO UN
ABISMO, sin duda
serán inolvidables versos de este
tipo: Qué parte de toda esta tristeza
tiene el color de la muerte. (p. 16).
La soledad es una sensación con
la que cada uno enloquece a su manera. (p. 20).
Dos versos que también resumen el libro desde la perspectiva de eje
temático: el sentimentalismo de rasgos autobiográficos. Por lo
tanto, en esta poesía hay también una falta, una ausencia, o por lo menos asistimos a la visibilización de un hacer-falta profundo, natural, situado en la
frontera de lo
profano: una falta como carencia, o quizá también como pecado o simplemente como
reminiscencia.
Las nuevas teorías literarias que
inciden en lo autobiográfico asumen que detrás de cada poema, a parte del tono
(el tono narrativo de discursos
interiores), entonación, acento, voz, hay una persona: esa entidad que el
lector figura como hablante, emisor o
poeta. Tal entidad se constituye
con personalidad propia a
lo largo de
una obra lírica
o debido en parte a la consistencia que el autor debe guardar con ese alter ego que le representa y le da voz: su máscara. En discursos interiores. TEORÍAS SOBRE EL ROMANTICISMO encontramos no fragmentos de experiencias humanas sino versiones líricas de éstas y eso quizá haga que la poesía de Ana Mónica
sea de alta factura, como toda poesía que tiene sus raíces conectadas al surrealismo
y al más puro lirismo.
Al terminar la lectura de este
breve poemario, nos llega a la memoria esa dicotomía de los dos tipos de
libros: los que concluyen y los que no cesan. Los que concluyen son los
que no vuelves a leer nunca más. En cambio los poemarios que no cesan son libros reiterativos,
libros que volverás a leer una y otra
vez. Libros de extraña ternura, textos
en los que la palabra sorprende por su intensidad y su delirio. Textos
que por ejemplo guardan secretos como poemas. Poemas como este verso: mi
tristeza puede que sea tan grande como esta ciudad. (p. 29).
En la página final, hay que decir que los versos
de este libro se pueden oír y tocar por igual en cualquiera de sus cuatro
apartados o discursos. El libro es esa única habitación
de ceremonias donde platican poetas como Toño Cisneros,
Eielson, Salazar Bondy, Vallejo, Luchito
Hernández, Blanca Varela, Eduardo Chirinos; la música de fondo, indudablemente, la ponen Haendel,
Fito Páez o Leusemia, y, las paredes de la habitación, por supuesto, son de
color verde.
Darwin bedoya
Juliaca, 23 de
noviembre de 2015