jueves

3 poemas de Yuliana Ortiz Ruano (Ecuador)




III


Me quedo a lamer
el hondo ombligo envenenado
de la locura,
a besar los labios sangrientos
de la soledad.

En multitudes,
busco la tristeza
tan a fin a mí,
cuando vuela
la intento aprisionar,
la tomo por los cabellos,
lloro y la obligo a acompañarme.

A que traiga consigo
el deforme cuerpo del insomnio,
que vengan en comparsa
las violetas medias lunas
bajo los secos ojos.

Pues ya no sé de cortarle los talones a la noche.

¿Por qué no vivir
bajo manto oscuro y brizna?

Busco la tristeza,
busco sus caderas
las palpo como a mí.
Busco muerte o verso,
como mirarse reflejado en un espejo
sin hallar diferencia.

Las Ítacas de ambas
son la nada.



V


Emigraste de mí,
cuando te dije
que mi luna no estaba llena
ni lo estará,

que en mi vientre tengo
la fuerza del Pacífico,
y un llanto de tambores
golpeados por manos
callosas y negras.

Y lloraste insultos y maldiciones,
al escuchar de mi garganta,
que aunque soy mujer no estoy hecha para parir;

mentiras, sumisiones o hijos,
pues me muevo
con el croar de las ranas
que descienden de mis crespos/salvajes
cabellos copulares.

Porque en el libraco de mi vida
no está escrito esperar la muerte

sobria

bajo tus alas
de pseudo-cóndor patriota,
porque yo no tengo patria,
porque mi patria
es el canto primero de mis ancestros,
en la isla de mi apellido materno.

Y corriste alrededor de mi cuello
y me llamaste puta,
y yo te respondí con el silencio,
pues eso es lo que tengo,
y te repetí, a pesar de que la asfixia
me carcomía como hiena,

que aunque soy mujer no estoy hecha para parir,
aunque soy mujer no estoy hecha…
aunque soy mujer no estoy…
aunque soy mujer…
aunque soy
aunque
y me desvanecí.




Soy la que guarda pieles


Soy la que guarda pieles
en el ropero,
para no olvidar
el olor de la carne  desprendida
del cuerpo de  los amantes
que no volverán a quemarle
el pelo en la madrugada.

Escribo para no morir,
mas muero a diario
mi vida
tiene tantos funerales
como cicatrices en la piel.

Aun espero la caída del sol
desde el umbral del incendio
que causaste en mis talones,

aun lo espero,
sé que de mí descenderá un sol verde o púrpura,
para tatuar el piso
para que cada vez que caiga una rosa,
se haga cenizas
y sea pronta su llegada hacia las tinieblas.

Siempre supe que al hacernos polvo
las cosas se nos facilitan,
las rosas merecen ser felices,
merecen dejar de ser bellas
merecen ser quemadas con sus pétalos intactos.

Yo nunca quise ser rosa
y a veces me arranqué uno a uno los pétalos
y los eché por el balcón
que daba a la ventada del dios al cual le rezaba,

dios engulló mis pétalos.
Yo nunca quise ser flor.



Yuliana Ortiz Ruano (Esmeraldas, Ecuador 1992)
Co-fundadora del colectivo de gestión cultural independiente “Afroarte”. Consta en la antología La muchedumbre de tu risa de Carlos Garzón Novoa, HARAWIQ, muestra de poesía boliviana y ecuatoriana (Murcielagario Kartonera 2015).
Los textos publicados pertenecen a Sovoz (Hanan HArawi Editores/ Todos tus crímenes quedarán impunes, 2016).