III
Me
quedo a lamer
el
hondo ombligo envenenado
de
la locura,
a
besar los labios sangrientos
de
la soledad.
En
multitudes,
busco
la tristeza
tan
a fin a mí,
cuando
vuela
la
intento aprisionar,
la
tomo por los cabellos,
lloro
y la obligo a acompañarme.
A
que traiga consigo
el
deforme cuerpo del insomnio,
que
vengan en comparsa
las
violetas medias lunas
bajo
los secos ojos.
Pues
ya no sé de cortarle los talones a la noche.
¿Por
qué no vivir
bajo
manto oscuro y brizna?
Busco
la tristeza,
busco
sus caderas
las
palpo como a mí.
Busco
muerte o verso,
como
mirarse reflejado en un espejo
sin
hallar diferencia.
Las
Ítacas de ambas
son
la nada.
V
Emigraste
de mí,
cuando
te dije
que
mi luna no estaba llena
ni
lo estará,
que
en mi vientre tengo
la
fuerza del Pacífico,
y
un llanto de tambores
golpeados
por manos
callosas
y negras.
Y
lloraste insultos y maldiciones,
al
escuchar de mi garganta,
que
aunque soy mujer no estoy hecha para parir;
mentiras,
sumisiones o hijos,
pues
me muevo
con
el croar de las ranas
que
descienden de mis crespos/salvajes
cabellos
copulares.
Porque
en el libraco de mi vida
no
está escrito esperar la muerte
sobria
bajo
tus alas
de
pseudo-cóndor patriota,
porque
yo no tengo patria,
porque
mi patria
es
el canto primero de mis ancestros,
en
la isla de mi apellido materno.
Y
corriste alrededor de mi cuello
y
me llamaste puta,
y
yo te respondí con el silencio,
pues
eso es lo que tengo,
y
te repetí, a pesar de que la asfixia
me
carcomía como hiena,
que
aunque soy mujer no estoy hecha para parir,
aunque
soy mujer no estoy hecha…
aunque
soy mujer no estoy…
aunque
soy mujer…
aunque
soy
aunque
y
me desvanecí.
Soy la que guarda pieles
Soy
la que guarda pieles
en
el ropero,
para
no olvidar
el
olor de la carne desprendida
del
cuerpo de los amantes
que
no volverán a quemarle
el
pelo en la madrugada.
Escribo
para no morir,
mas
muero a diario
mi
vida
tiene
tantos funerales
como
cicatrices en la piel.
Aun
espero la caída del sol
desde
el umbral del incendio
que
causaste en mis talones,
aun
lo espero,
sé
que de mí descenderá un sol verde o púrpura,
para
tatuar el piso
para
que cada vez que caiga una rosa,
se
haga cenizas
y
sea pronta su llegada hacia las tinieblas.
Siempre
supe que al hacernos polvo
las
cosas se nos facilitan,
las
rosas merecen ser felices,
merecen
dejar de ser bellas
merecen
ser quemadas con sus pétalos intactos.
Yo
nunca quise ser rosa
y
a veces me arranqué uno a uno los pétalos
y
los eché por el balcón
que
daba a la ventada del dios al cual le rezaba,
dios engulló mis pétalos.
Yo nunca quise ser flor.
Yuliana Ortiz Ruano (Esmeraldas, Ecuador 1992)
Co-fundadora del colectivo de gestión cultural
independiente “Afroarte”. Consta en la antología La muchedumbre de tu risa de Carlos Garzón Novoa, HARAWIQ, muestra de poesía boliviana y
ecuatoriana (Murcielagario Kartonera 2015).
Los textos publicados pertenecen a Sovoz (Hanan HArawi Editores/ Todos tus crímenes quedarán impunes, 2016).
Los textos publicados pertenecen a Sovoz (Hanan HArawi Editores/ Todos tus crímenes quedarán impunes, 2016).