domingo

5 poemas de Andrea Cabel (Perú)


[En breve cárcel]

Muera lo que deba morir; lo que me callo.
Antonio Gamoneda

Invades el camino,
De punta a punta,

Como una rueda
Y tu nombre mastica una espera
Sentada
Sobre el lomo de un erizo,
Con la mirada en la puerta,
Con tus carencias latiéndote en los ojos
Con tu esperanza en un nombre de estómago amplio

Y mi necesidad de salir del borde del suelo
Para olvidar tu abandono para acariciar por dentro
Esta voluntad donde pende una línea
Como una boca que se abre frente a la voz de un animal que llora.

Te encuentro entre grandes voces semejantes a la mía
Estirando los muros con latas rellenas de piedras
Cubiertas de frutas secas
dulces como el rostro de una anciana
dulces como la mordida de una tormenta
el camino bordeado de plantas de sed, de rostros muertos,
Mírame, llena de puertas cerradas
cubierta de una infancia mal curada

mírame frágil

sabiendo de mi tiempo como una habitación rota
como un colchón sumiso al tiempo
a un cuerpo solitario
nadando entre rabia
y pudor
nadando
austero
inválido.


f

tras ese vacío infinito que colgaba por la ventana, / encontré tus ojos. los encontré verdes y sin fondo. / estaban ahí, / con el vértigo imposible. con las ganas maltrechas. / yo los miré, / adorando la ventana. queriendo irme con ella. yo me acuerdo mucho de ti, / aunque ahora seamos tan distintas. recuerdo las noches, / tú llamabas y yo salía corriendo, / con el corazón en las manos, / no vayas susana. siempre es igual. yo me quedo contigo. / tú te colgabas de mi brazo y no decías nada. me recordabas a la ventana, / al verde cansado que se arrulla solo. / luego, te embarcaba y te rezaba hasta el día siguiente. los días pasaron y tuve que irme. / las charlas en las bancas frías de la noche se tardaron demasiado en salir de aquí. / cada columna de humo se convirtió en una razón más para dejarte libre. sola.


[el beleño] / o la “z”

“la frase vana vuelve y se concierta”.
j. l. l. “comienzo el humo”.

si concentramos nuestra sangre en un mismo punto, te aseguro salvador, lograremos atraparlo. escaparemos de todas ellas, que como púas danzan en el rojo que nos nutre. podremos seducir al recuerdo y recordarlo como al violín amarillo de la mariposa del abuelo, olvidaremos al delfín que se tragó la playa. podremos cogernos de las alas y despegar hacia la tierra de tu madre. llegaremos a olvidar las ventanas y los morados sin camisas de fuerza que tatúen tu pena en los ojos ajenos. no más pianos incrustados en las gargantas de las niñas; salvador, ningún espasmo con nombre propio, ni corazones partidos en isla de escombros. micaela ha muerto como una cantiga al amigo, ha muerto sin cana ni pena, elegante y blanca rodeada de sedosos mantos más blancos todavía. aún queda la tierra que dejó y el cielo para sembrar…podríamos hacer con todo ello una historia, una intensa bienvenida de libélulas a la mudez que te acosa. dejaríamos de pintar ráfagas de lágrimas tintas, cogeríamos un ramillete de fuego para callar a la luna. y sin tentar más al tiempo, sin confundirlo como lo hacen las lápidas con los nombres y las uñas, lo tentaríamos solo como al largo pasadizo incoloro y lleno de luz.


Tu habitación morada en Pueblo Libre

La vida es el costado por donde el mundo se ama
El amor es el sitio por donde yo te vivo
La vida es el flanco por donde yo me pienso
El pensamiento es la única fidelidad del amor.
R. Juarroz

Como la última luz de esta hebra que nace de mi mano abierta,
Recuerdo tu espacio,
Con sus puertas abiertas y cerradas
Con carteles de letras furiosas
Con una red y una espada,
con un balón que mata la ausencia de una paloma retozando
Como la voz de una ambulancia que socorre la madrugada
Recuerdo las células de tu rostro cuando tenías frío,
Cuando tocabas las paredes con la punta de tus manos,
Esperando los maullidos o una letra ambizurda provocándote algo,
Algo, una mirada, un silencio.
Un beso de vaca en medio de las flores y del sol, algo.
Encuéntrame ahora, en ese espacio donde guardas agua,
donde guardas maletas y viajes, donde me guardas en alguna pared,
en algún olvido

Mírame a lo lejos como yo te miro desde este lugar en el que me
visto como tú
En el que coso mis dientes, mis ojos y camino en equilibrio
Como lo haces tú entre tus dos curvas.
Ese reino de tus dos ojos inmensos que gotean
Esa bóveda que busca crecer en otra parte,
esa herida que no alcanza a ver su fondo, y que se adelgaza
Y que rasguña y germina,
Esa es tu caja, dentro de mil otras cajas.
Tu caja fuerte,
Esa es tu habitación morada en pueblo libre.
Ese es el lugar donde puedo oler el sabor dulce de tu alma.

(Inédito)

The Manza tibia code

INCLINADA y sin cualidades, mi espalda te agradece
Se encorva y disuelve todo el control del universo:
Tus tendones y mis nervios, arpegios escogidos para unirse
Y cantar dolorosas sentencias, dolorosas despedidas,
dolorosas bienvenidas
A mi también me duele toda esa belleza
La del lunar de Carmen en tu pierna derecha
La de la forma de tus orejas cuando no encajan en la rutina

La de la mirada dios que no tiene piedad conmigo, ni contigo,
ni con ellos.

Sentarnos sería bueno, entonces.
Colocar un banco y una silla, dejar al gato sentarse también.
Sentarnos sin aspiraciones de postres dulces
o de constelaciones heridas
Solo abrir un sobre amarillo y colocarlo en agua tibia
Y dejar que el azúcar se vaya.
Sentarnos para que la tarde caiga despacio
sin hacer demasiado ruido

Y contar los aretes en una oreja, o en otra
Y darle nombres a nuestra relación: estrella, luna, noche, infierno,
paraíso, nostalgia, bipolaridad, taquicardia, incendio, toxica receta
de galletas de nuez, darle nombres
Y buscar palabras, y buscar relleno en una empanada
Llenar los formularios mientras silbamos

Ver que el sol en el minuto siete u ocho de la tarde se hace rojo,
se hace naranja
Cogernos las pestañas y morder fuertemente nuestra lengua
No decir lo prohibido
No decir sin azúcar, no tan caliente, no tan llena
Dejar que la taza sea una taza y que las palabras sean eso, nada más.

Dejar morir, dejar todos estos cuadernos, todas estas rayas que
suben y bajan, dejar la decepción y la agonía, dejar de lado el
carnaval de la mentira, dejar las botellas sin alcohol porque las dos,
las dos tenemos el mismo diagnóstico: the manza code at six.
Y no soñar demasiado esta vez.
Dejar ir a la mujer que señala la cometa, o a la otra que se borró la
cara, que borró todas sus señales, para no soñar demasiado y para
mantener todavía estos discos que aunque abiertos, aun la
sostienen.
                                                                                                                                               (Inédito).