sábado

Carta de César Sánchez a Amy Winehouse



No existe un club para ti, ni en el cielo ni en infierno
No hay gloria en morir a los 27, ni en las tristes noches de excesos ni en los lujosos centros de rehabilitación perdidos en medio del desierto.
No se puede encontrar amistad verdadera detrás de los escenarios, por donde deambulan aspirantes a artistas dispuestos a prostituirse o traficantes en camisas de seda con algunas muestras gratis.
Del concierto al aeropuerto, de las fiestas de tres días al estudio de grabación.
Nadie te conoce cuando solo eres una chica solitaria y triste que canta el blues, torciendo el gesto para no llorar.
Y la ambulancia que siempre llega tarde, una llamada anónima desde un motel de carretera, otro tratamiento que no resultó, el fracaso de los 12 pasos, las terapias grupales en habitaciones de paredes blancas, la avaricia de la industria y un público sacado del circo romano, sediento de dolor, ansioso por comprar la experiencia del rock and roll con un boleto V.I.P
Belgrado, Junio del 2011
Todo está listo para el desastre, todos están listos para representar su papel.
Es el siglo XXI, el sueño se terminó y no existe un bar en el cielo donde Janis, Hendrix y Morrison toquen esta noche.
La música vivirá en la eternidad y el escándalo también.
¿De qué sirve la poesía maldita sino puede liberar al poeta de la desesperación?
¿Dé qué sirve dejarlo todo para recorrer el mundo con una guitarra bajo el brazo?
¿De qué sirve tener el poder de cerrar un bar para ti sola, si no te pueden acompañar tus amigos del barrio?
Tentar a la libertad en la ciudad de los esclavos es una prisión perpetua y oscura.
¿Para qué hablar ahora del rímel corrido, de la anorexia, del problema de las siliconas, de los vestidos amarillos de cabaret, de las caídas en el escenario, de los intentos de suicidio, del vodka en el avión y de las anfetaminas para el desayuno?
Que los que buscan palabras complicadas e imágenes tan ingeniosas como vacías escuchen otra canción.
Que los gustan de convertir a la muerte en un ídolo pegado en la pared o en la portada de una revista carguen su cruz en silencio y escondan su miseria con frases trilladas.
Esta es una historia circunstancial.
Porqué ya no queda una sonrisa por salvar ni otra mañana para volver a empezar.
Cuando todo se cae a pedazos, es mejor no estar despierto.
La hora se acerca, se alistan las letras del fin sobre la pantalla negra.
Otra biografía no autorizada que sube a la lista de los más vendidos, otra moraleja cínica e implícita, otro tributo en bares del tercer mundo, en medio del humo y el ruido de la calle, para no pensar, para olvidarnos de nosotros mismos, de las flores que se marchitarán en tu tumba, de los adictos que se tomaran una cerveza en tu nombre y de la actriz que te caracterizará cuando filmen la película.
Nunca buscaste la paz, pero la encontraste en el fondo de una botella, más allá de la vida. Y ya tenías el epitafio listo:
“sólo dijimos adiós con palabras/ he muerto cientos de veces/ tu vuelves con ella y yo vuelvo a la oscuridad”
Back to black