Como para saber lo que está sucediendo en España. Ahora unos textos de una de las poetas más reconocidas de ese país: Raquel Lanseros.
Foto: Vladas Braziūnas
CONTIGO
Porque no vive el alma entre las
cosas
sino en la acción audaz de
descifrarlas,
yo amo la luz hermana que alienta mis
sentidos.
Mil veces he deseado averiguar quién
soy.
Después de tantos nombres,
de tanta travesía hacia mi propia
brújula,
podría abrazar la arena durante
varios siglos.
Ver pasar el silencio y seguir
abrazándola.
No está en mí la verdad, cada segundo
es un fugaz intento de atrapar lo
inasible.
La verdad no está en nadie, y aún más
lejos
yace del rey que de cualquier
mendigo.
Si alguien está pensando en perseguirla
no debe olvidar esto:
el fuego ha sido siempre presagio de
declive
como la intensidad antesala de
olvido.
Cuando mis ojos vuelvan al origen,
pido un último don.
Nada más os reclamo.
Poned en mi sepulcro las palabras.
Las que dije mil veces
y las que habría deseado decir al
menos una.
Guardad en mi costado las palabras.
Las que usé para amar,
las que aprendí a lo largo del
camino,
las primeras que oí de labios de mi
madre.
Envolvedme entre ellas sin reparo,
no temáis por su peso.
Pero cuidad con mimo la palabra contigo.
Tratadla con respeto.
Colocadla
sobre mi corazón.
La verdad no está en nadie, pero
acaso
las palabras pudieran engendrarla.
Quizá entonces aquel a quien dije contigo
y para quien contigo fue toda su costumbre,
se acostará a mi lado con ternura,
juntos en el vacío más sagrado,
cuando la eternidad toma nuestra
medida,
cuando la eternidad se pronuncia contigo.
RESISTENCIA AL CÁLCULO
Un silencio fecundo de
rugidos
acompaña la tarde litoral y
nubosa.
Es una playa ilesa del
Pacífico.
Manzanillos de agua,
heliconias gigantes
meciéndose en la brisa
embriagada de nubes.
De repente, el milagro:
dos papagayos rojos
rebasan el umbral de lo
posible.
Justo en ese momento
yo soy un marinero de la Santa
María
mirando Guanahani desde el
mástil.
Yo soy Keats descubriendo
el Homero de Chapman.
Gagarin comprendiendo
la soledad helada del
espacio.
Tenochtitlán, Numancia,
Troya llorando a Héctor,
un órdago de Dios,
Edmund Dantès al viento.
Soy el roce de dos ramas
resecas
que encendieron un fuego
primitivo.
Es fácil de entender si sales
de tu nombre.
En la Tierra el misterio.
Yo he venido
a ser ola a la vez que miro
el mar.
HIMNO A LA CLARIDAD
A cambio de mi vida nada acepto.
¿Qué se puede ofrecer que valga más
que el calor de la llama, que la
espiga
convocada a ser grano, que la noche
que dentro ya contiene el joven día?
Escucho mis pisadas sobre el suelo.
A lo lejos, alguien también las oye.
Tañido lastimero de campanas
en su oído. Eco de brasas tiernas
en el mío, que todavía es temprano
y en el cuerpo palpita el pulso
errante.
Me pongo por testigo en esta hora,
cuando la lluvia lava más que riega
y los libros liberan más que nutren.
¿A qué esperáis? Encended los
caminos,
que empapen bien los ojos.
Recorredlos
mientras haya una lumbre en los
pulmones,
mientras un niño aguarde su ocasión
de convertirse en hombre, mientras
verbos
de orígenes distantes desemboquen
en una voz unida, mientras reinen
las noches que nos prenden, abrazad
el destello arcilloso de la tierra
que es nuestro hogar común,
el
verdadero.
A cambio de mi vida nada acepto,
aunque sepa -y bien que eso me duele-
que no siempre es el justo el
encumbrado.
La luz es un oficio fugitivo,
impenitente en su aversión al óxido.
Aun así, yo me aferro a esta
urdimbre,
a esta pila de huesos que me suman,
a este rayo en proceso, presentido
en su persecución de lo inefable.
La profecía acampa frente al cielo
con los párpados tersos y se afana
en avanzar en base a lo avanzado.
Que nada nos detenga. La llamada
del infinito debe obedecerse.
Soberana inquietud que nos animas,
enséñanos a merecer el néctar
de estos días que nos tocan.
Muéstranos
un modo de luchar contra el vacío
de este dulce interludio. Que la fe
en la alegría posible no abandone
ni la razón despierta ni el recuerdo.
Sé que tengo sentido porque vivo,
y sé que no hay dolor ni menoscabo
que puedan inmolar esta fortuna
de ser en el presente, de existir,
de sentirme el orfebre del instante.
Yo soy mi propio riesgo. Doy por
cierta
la sed de infinitud que me espolea.
Ante el placer de respirar me postro.
No hay verdad más profunda que la
vida.
A LAS ÓRDENES DEL VIENTO
Para todos
los que sienten que no están al mando
Me habría gustado ser discípula de
Ícaro.
Hubiera sido hermoso festejar
las bodas de
Calixto y Melibea.
Me habría gustado ser
un hitita ante la reina Nefertari
el joven Werther en Río de Janeiro
la deslumbrante dama sevillana
por la
que Don José rechazó a Carmen.
Yo quisiera haber sido el huerto del
poeta
con su verde árbol y su
pozo blanco
el
inspector fiscal
con el que conversara Maiakovski.
Me habría gustado amarte. Te lo juro.
Sólo que muchas veces la voluntad no
basta.
Raquel Lanseros (España)
Poeta y traductora, es
una de las voces más premiadas y reconocidas de la actual poesía en español.
Autora de los libros Leyendas del promontorio, Diario de un destello, Los ojos de la niebla, Croniria y Las pequeñas espinas son pequeñas,
este último uno de los más vendidos en España en 2014. Croniria está publicado en Estados Unidos, mientras que Diario de un destello en francés se ha
publicado en Francia bajo el título de Journal
d'un scintillement. En Italia ha publicado Fino a che saremo Itaca. antología de sus poemas.