viernes

Tres poemas de León Félix Batista (República Dominicana)


Música ósea

(fragmento)

los cuerpos no son cuerpos si no son infrarrojos y translúcidos del todo a contraluz
músculos en blanco y negro, líquido multicolor drenándose después del tableteo
¡cuerpos, cuerpos! cercanos a no ser, desparramados
montones de basura hospitalaria, desperdicio fenecido en concepción
y cuerpos que se arquean cada vez que los escaldan, y confiesan, suspendidos en ganzúas
y que han sido biografiados por las uñas en los muros de las celdas de castigo
expulsados de su fuero, sin la ropa en la espesura: la cruel epifanía del esfínter sin control
la sutura que supura un proyectil, la resina que desprenden los disparos
tumulto, sub-personas como gorrión común: cardúmenes de macarela, krill
cuerpos llenos de abyección, en el óxido de sí, predispuestos a anularse en su repliegue
vendavales adventicios en madeja imaginaria por la velocidad de arrasamiento

delirando en la marea, macerándose en el lodo: suculencias en pedazos como peces
pero hay cuerpos que están hechos de naufragios y procrean el colapso de las cosas
estos cuerpos son compuestos por muñones, disecados tras estratos de paredes
o pedazos que se oxidan como parte por el todo, rastreados por jaurías en la niebla
bajo lluvia, frente al resto, desvestidos a mil voltios, y vendados y pasados a cuchillo
reprimidos en sí mismos, en sus masas, con las vísceras por fuera sobre asfalto
emboscados en cavernas de arrecifes, esfumados de la foto, exterminados
abatidos, secuestrados, diluidos en cisternas, retenidos por el humus de una ciénaga
otros cuerpos tienen miedo: oprimidos y estuprados en sus pétalos violentos
y después son osamentas que descubren los deslaves, con las uñas maceradas, como cebo de rapiñas
en sarcófagos, en bolsas, en cenizas, como parte de las sobras de un siniestro
embutidos en un pozo, con cañones en las sienes donde crece un agujero imaginario
fracturados, de rodillas a comer sus excrementos y con larvas que reviven sus heridas
con el sueño trastocado, su pasado todo atroz, sus familiares

cuerpos nulos, conculcados, cubicados por un láser en sus plexos

recordados por nosotros, pero desaparecidos


Los gatos de Aldaburu

                                             A María Inés, en Buenos Aires

Los gatos son constantes vertebradas en el tedio. Los gatos, en instinto, son preguntas.
¿Cómo ensanchan ambas córneas en lo oscuro cuando inquieren por el iris de un espejo?
Su mutismo sibilino es lo que intriga, pero en toda la egipcíaca estructura: ¿cómo pudo no escurrirse por las grietas la misiva tan felina de una mole?, ¿cómo pasa por los tantos estados de materia (va de pez a pedestre al aerostato)?
¿Eran cartas de amor las que escribía? La respuesta se desliza en los tejados.

Es la última farra de mi vida


Supón que lo aniquilan registros de saudades, y que puede (con un disco) remediarlas (en cierto bar de Brooklyn en pino de Oklahoma.) Esferas como aquella mixtura la ciudad, materia de un orate y extravío. Y que ves cómo resalta (el resorte que tú eres) contra el cielo raso recto, por sus tonos intangibles; y que luego se rasura, solicita su calzado, tantea las urdimbres y radio de su miembro. Entonces dale elipsis, describe su derrumbe. Habrá quien paute el coágulo que deje.



León Félix Batista (1964, República Dominicana) 
Poeta, traductor y ensayista. 

Ha publicado: Tour por todo, Prosa del que está en la esfera, Negro Eterno, Vicio (con el título de Crónico), Burdel NirvanaMúsica ósea, entre otros.