POEMA 6
Yo habito en la garganta de un dios
Entre las falanges de un arcángel
Duermo en las pupilas de un agua
marina
Despierto en los zapatos de un
soldado
Agazapo las esquirlas de un puerco
espín-hogar
Por lo pliegues de la piel de una
doncella extravío mi cordura
Y regreso por las noches adormecido
en las letanías de las monjas de clausura.
Yo habito en la piel dorada
En la roca cobriza
En el mar enfurecido
En el que encuentro mi voz y me ciño
a su lomo espumoso como un niño
Cabalgo por entre los maizales
Ronco entre las lagunas solo para ver
el reflejo de mis ronquidos
Disuelvo mis salivas entre las gotas
de rocío que semejan lágrimas
Y me arrincono en la esquina de
cualquier caracola sin rumbo y sin inquilino a bordo.
Yo habito en la parte seca de los
manantiales
En la hoja caída de los arboles
En la horma deshecha de los zapateros
En la cima amorfa de los caminos
Ahí donde se encienden el sol y la luna
Ahí donde las miradas perdidas buscan
los olvidos.
POEMA 9
Abrazados a la urgencia de un abrazo
aterrorizados ante el tumulto
el hincapié del respeto nos hace dar
un paso atrás
auto flagelos de redención cargan la
memoria de un beso
y en un olvido de espacio nace el
espacio redimido
mientras en un salto al vacío caemos
lentamente - inconvexos
y aun
contenidos hacia nuestros propios
cuerpos:
llevamos en las pieles la premonición
del golpe
no hace falta ser amnésicos ni
desorbitados
solo hace falta fluido en la sangre
el espasmo de un vértigo pariendo por
los poros
mientras se disfruta la caída lenta y
sumisamente
la envoltura curvada de tu cuerpo la
acepta
se hace a su suelo y a su dureza
espacial
detienen en un suspiro el grito, el
espanto
y ahogan suavemente entre las yemas
de sus dedos los latidos
de un bombeo fantasmal que languidece
en un tal vez
y la arena refleja solo la nitidez de
una sombra
donde la porción reflexiva de tu
imagen en el espejo
me devuelve la divinidad de tu
especie
enmarcada sin querer, en un hasta
pronto.
POEMA 10
Como si los espacios condenados a la
indiferencia del tiempo de pronto despertaran
organizaran un mitin, se cansaran de
sospechosamente vivir en las tinieblas
el olvido, el querer ser, el no poder
estar
hacen gala ahora de un esperanzador
mohín de valentía
sacan las garras, las uñas, les crece
la piel
merodean, zigzaguean serpenteantes y
rasguñan lo poco de vergüenza que encuentran a
su paso
-La sorpresa no se apropió de
aquellos a quienes se les ha enseñado el poder callado de la resignación-
Absuelta ahora en un mundo paralelo
al que se han prometido nacer
reencarnan en la más placida y
tenebrosa de las utopías
y mezquinamente inventan lo que
algunos llaman memoria.
13. A ese olor
A ese olor tránsfuga
con cara de nube
aorta de nube
pálpito de nube
le sube por su herida el eructo de lo
que ha querido
y se le avinagra la sangre con eso
del recordar
postres con olor a míspero
capulíes que se resisten a caer de
los árboles
y riachuelos cargados donde bailaban
flores de retama
y todo esto porque tengo un corazón de
nube.
14. Teatro chino
Las cosas imperecederas
la sombra de mi cuerpo
que no le pertenece a mi cuerpo
ni a la luz
ni a la superficie que nos tiene.
Edith Vega-Centeno Chávez (Cusco/Lima)
Nació en Lima por casualidad, creció en un Cusco de días lluviosos y
cielos azules donde la infancia hacía grandes concesiones y se abría por entre
ecos de coches bombas y olor a tierra
mojada. Estudió Ciencias de la Comunicación y Publicidad como revancha o para
sacarle partido, de alguna manera, a la creatividad enjaulada en tantos años en
un colegio de filosofía medieval. Su compañera de camino es una hija de 15 años
a la que ya tiene que mirar frente a frente y que le recuerda que la vida es
hermosa, aun en esos días en que los nubarrones rosa achinan la visión.
Escribir y leer son para ella dos intentos de ser feliz.