viernes

5 poemas de Víctor Hugo Díaz (Chile)


MONOLOGO I

- atravesamos el flash del día
indiferentes a ser fotografiados
como el viejo exhibicionista de Supermarket
caído en la tentación de una buena oferta de placer
sacado a patadas por los guardias
hacia la trastienda
la cabeza de chuzo escarchada
llena por dentro el ruido
entre los crímenes del amor
somos personajes de teleserie barata.      me oye
trapos recalentados bajo el clepsidra del cielo
que abre sus negras fauces -

(Una sinopsis. Un informe arrebatado a la muerte)


MONOLOGO III

- soñé la desnudez de Eugenia de Franval
ella desovó una estela de cabellera infantil
hacia el vacío dejado por los autos
Allí por ser lugar inhabitable;
una mano de pintura barata
telón de fondo a la neurosis
masticando entre las piernas el ácido
lo enrarecido de los barrios
figuras de primer plano animado
al ritmo aciago de lo que concluye
sino pregunte a los muertos
y a los muertos sobre muertos
pero si los muertos no hablan
yo David Vincent o cual sea el nombre
capaz de sustentar a sangre fría ciertas cosas
que suelen conducir a la locura

un caudal de rostros
el accidentado que aguarda su turno en la berma
después del goce-

*** 

La noche era el obscuro escenario
                                                  sobre estos barrios
A través del rectángulo de la ventana
solo la visión detenida ... parabrisas sucio
ante el paso de los vivos;
Ellas hablan desnudas junto a la empalizada
la lluvia lava las texturas
Una larga lágrima en el vidrio
divide estas calles entre un signo y otro
Allí tarareamos viejas canciones
tendidos la cabeza en blanco ni mácula
Un rumor doméstico surca el precipicio
penetra rendijas y preña las paredes
La obscuridad se abre ante la verga de Moisés
tan solo en su patio de crónicos ... en secreto
el perro que se arrastra a los pies de un amo sádico
y luego ejecuta en el tablado su número
El que se queda yerto entre la turba imaginaria.


***

PABELLÓN - F

Los enfermeros nos alejaban del frío de la muerte
Espalda contra los muros ..de brazos cruzados
semejando estatuas de sal.
Una pared de libros en blanco divide la sala
La pelota de ping-pong da golpes en la mesa
(sonoros golpes reales)
Más allá unos ojos
huesos endurecidos por la espera
miran sin ver a nadie
en patios amurallados

El humo protagonista donde congregarnos
bajo el sol que sorna
La mitad de su cuerpo ramera pintarrajeada
travestí de si mismo hecho carne
donde nos erguimos una y otra vez
- ustedes quemaron mi rostro en la televisión -
Y aquellas cuencas alucinaban lejos
en el cuadrilátero inmóvil del día.


DÍAS PARALELOS

I

El inmigrante ilegal deja su refugio en la iglesia
Vino a pedir por encontrar trabajo
–Aquí nada se parece a mi país,
ahorita no más llegué y me jode el frío.

Esta mañana cambió todo lo que tenía, en monedas
(la agenda de los conocidos se hace corta)
En adelante, el dedo y la tecla del teléfono
se vuelven el único pasatiempo, contra su voluntad:
personaje inamovible de una historia
con fin y comienzo, pero en la que nada sucede

esa cicatriz de que tanto hablan, la que se adhiere
y se hace huésped permanente
–Mi chancro y yo nos conocemos
me acompaña a mover, cuando salgo con mis hijos
siempre está conmigo.

La esquina más hermosa del barrio fue demolida
(fragmentos de infancia que no le pertenecen)

Hoy inauguraron el nuevo conjunto habitacional:
fachadas recién pintadas, colores brillantes
que contrastan con el gris de sus moradores.

A veces piensa en su pueblo –La Sierra está nevada
en esta época del año
y me hacen tanta falta.

Los lugares ya estaban ahí, en desorden

igual como llegan las arrugas a invadir el rostro
a desfigurar afiches vencidos por la intemperie.

Afuera mueven objetos, amparados por la oscuridad
Las ventanas vibran con el paso
de vehículos pesados
Se hace de noche en la guerra
y reconocer a los amigos es lento;
me asignaron el papel de sospechoso
al que todos quieren cobrar cuentas
en una trama clásica de novela policial.

III

Si había una duda, ahora es indescifrable
–Me sigue dando vueltas en esta tierra de nadie
entre la línea amarilla y el borde del andén.

El abuelo se llamaba Eulogio
pero ella responde a Vanessa o Evelyn
–Así son ahora las chiquillas, primero lo pasan bien
y después se casan.

Piensa en la mujer sobre las vías

Piensa en sus miembros que se desploman
primero unos y otros después
pero casi al mismo tiempo

un solo golpe que no termina de caer
el pesado manojo de llaves.

Víctor Hugo Díaz (Chile, 1965)
El año 2004 ganó el premio Pablo Neruda en su centenario, otorgado por la fundación del mismo nombre.
Ha publicado Comarca de senos caídos, Doble vida, No tocar, Segunda intenciones, entre otros libros.
Es una de las voces poéticas más importantes de su país.