En 1998 WER, el poeta, trajo la primera edición de Amantes Antípodas, a mi ex-casa, en San Juan de Miraflores. Quedé fascinado y le compré el libro. Ya aún estaba invicto pero Molina logré vencerme, perderme en el poema ser el poema ya no era algo ilógico o pretencioso: era la única forma de leer a Molina. Todo ese libro era como una casa donde si tocas las cosas, te hundes en ellas. Las imágenes salvajes del sueño de Molina, tatuaron mi pulso.

Estos dos poemas son de ese libro.
CIRCE
Solo contra la tierra
este sudor de instintos ha deshecho mi rostro de pájaro confuso
extraviado en los restaurantes de los tejados bajo la mañana sin oficio
convertido de pronto en la bestia inocente que ronca entre las flores
una mano de adiós
un golpe de olas en el alma
Disfrazado de playas y ciudades que pasan
las promesas se olvidan como en sueños
como un reverbero de moscas sobre tales países sin escrúpulos ni socorro
en las eternas fogatas del tiempo
entre las plagas de la inconstancia
mientras se coagula al sol un vino de archipiélagos
-oh carne sobrenatural con tu incomprensible gemido celeste torturado y
salvajemente vivo en las venas-
ahora que revisto la piel del cerdo fosforescente
el olfato del camino
su relámpago de mujeres dormidas exhalando el perfume penetrante de la
tristeza
de plumas de sexo barridas por el viento
Pero te recobro
oscuro corazón de prisionero y de desafío
ciego corazón humano
con el hechizo de la corriente
vacilaciones, éxtasis y terrores
y el musgo de abismo que brilla entre dos bocas que se besan
para ser nuevamente sólo un hombre sin más amparo que tu furia
sin otro cielo que tu aliento
como una blasfemia deslumbrante como un lazo demente
tendido a los más puros vampiros de la tierra
ETAPA
Corrompidos por un resplandor de ríos y de grandes sorpresas hemos perdido
para siempre la paciencia de las familias.
Fuimos demasiado lejos. Libres y sin esperanza como después del veneno y
del amor
nuestra fuerza es ahora una garra de sol
los labios más infieles
y apenas nos reconocemos por esas extrañas costumbres de tatuarnos el
alma con la corriente.
El país es obstinado y anónimo. Con un solo lugar
con una sola palabra.
Vivir a esperar nada
a interrogar a besos
a noches bañadas en la sangre de las colinas y los errores
con esas mujeres opulentas y crueles que destellan en su reino de humedades
ardientes y funden en su mirada el oro de las lágrimas y el relámpago de
los astros
hechas de soledad y de inconstancia
invulnerables a la dicha
arrancadas de golpe a sus telas dementes por los serafines de la fiesta y el
tufo de los trenes.
Traficamos con plumas
con guijarros viento y frutas fanáticas que nos queman las manos.
hay que poblar de fantasmas estos terrenos salvajes
¡oh tanto verano en acecho bajo el trapo negro de los años!
pero del fondo de la caleta
los exorcismos de la lejanía extraen del alma un gran pájaro en llamas
el furor de estos días que despliegan sus velas y nos lanzan desnudos a las
avalanchas del corazón
a los ídolos al orgullo al ocio
al esplendor de tales desastres entre la algarabía de seres y encuentros en
los que cae como un incendio la simiente de las antípodas.